Aunque no conocemos exactamente el momento de su construcción ni quien corrió con las tareas de edificación, según el trabajo de D. Antonio Verdejo Martín La cofradía y la ermita de Santa Catalina de Íllora, tenemos referencias sobre ella desde 1598, momento en el que el Licenciado Diego Muñoz, regidor y médico de la villa, dejó por testamento el encargo de que el día de Santa Catalina, 28 de noviembre, se hiciera una procesión a esta ermita.
Sobre las características estructurales del edificio tampoco conocemos muchos datos, pero sí sabemos, por el trabajo citado anteriormente, que pudo tratarse de un edificio de planta rectangular, con una ventana de aproximadamente 1’5 metros de altura para dar claridad al interior y para que la gente pudiese ver misa desde fuera. En su interior se daba la existencia de un coro, que se alargó en 1641 y en 1741 se construyó una sacristía. El acceso a la ermita se podía hacer por dos puertas, una falsa y otra llamada “puerta del sol” por estar probablemente orientada al este. La llamada a los fieles se hacía mediante una campana de 31 kg, colocada sobre una espadaña.
En 1785, se construye, contiguo a la ermita, el cementerio de la villa de Íllora, que fue el primer cementerio público y ubicado a las afueras del pueblo, para cumplir con las medidas de higiene y salud pública promulgadas por Carlos III. Fue conocido posteriormente como “Cementerio Viejo”, y tuvo utilidad hasta 1915, cuando se comenzó a utilizar definitivamente el actual, inaugurado en 1878.
